Igual que Richard Evans Schultes abrió camino con su machete en la selva colombiana buscando el alma del yagé, Jordi Riba ha abierto camino en la investigación científica de la ayahuasca. Su equipo del hospital Sant Pau de Barcelona ha realizado el único estudio clínico sobre los efectos fisiológicos y psicológicos entre los consumidores de la liana de los muertos. El pasado 21 de enero, Riba compartió con un centenar personas los resultados del estudio, durante la charla “La ayahuasca desde el prisma de las neurociencias”, organizada por la Asociación Eleusis.
Riba, presentado por su compañero José Carlos Bouso como “el mayor experto en ayahuasca del mundo”, hizo un repaso de la historia de la investigación química de los componentes de la ayahuasca en busca del compuesto mágico que abre la conciencia a un universo paralelo de imágenes y sensaciones. Entre los sospechosos habituales estuvieron la telepatina (1905), la yaheína (1925), la DMT y la harmina. Las pruebas realizadas en consumidores avezados de ayahuasca señalaron indudablemente a la DMT como la molécula responsable de los efectos psicológicos de la ayahuasca. Curiosamente, la DMT no está presente en la liana (banisteriopsis cappi) sino en la chacruna (psychoria viridis), un ingrediente en apariencia marginal.
La propuesta de realizar un estudio clínico con ayahuasca topó con ciertas reticencias iniciales, que fueron vencidas gracias al tesón de Manel Barbanoj, recientemente fallecido y al que Riba dedicó la charla. Para llevar a cabo el estudio definitivo tuvieron que hacer una primera prueba a consumidores habituales, que demostró que el riesgo cardiovascular era bajo, lo que tranquilizó al Comité de Ética.
Esa primera aproximación no encontró efectos psicológicos adversos entre los consumidores, más allá de “cierta desorientación”. Por tanto, “la ayahuasca no tiene toxicidad física manifiesta en personas sanas”, según Riba. Otra de las conclusiones es que, aunque depende de cada persona, existe una relación proporcional entre la dosis y la respuesta del cuerpo y la conciencia: a mayor dosis, efectos más intensos. La máxima intensidad de la experiencia se da entre las hora y media y las dos horas desde la ingesta.
Para poder administrar placebo a ciertos grupos y así llevar a cabo esutios doble ciego, la ayahuasca utilizada estaba liofilizada, esto es se le extrajo el agua y se administró en cápsulas. Después de analizar la sangre de los sujetos del estudio se comprobó que únicamente entre el 10 y el 15% de la DMT llega al sistema nervioso, lo que hace a Riba concluir que “los indios son sabios pero la combinación es altamente ineficaz”. Los principios activos de la ayahuasca inyectados por vía parenteral se aprovechan al 100%, según Riba.
En cuanto al efecto de la ayahuasca en las ondas cerebrales frontales, “se produce un desplazamiento de las bajas frecuencias a las altas (ondas beta) y se produce una activación de las áreas cerebrales de la ínsula –donde, según algunos autores, “reside el sustrato bilógico de la intercepción”- y la actualización de recuerdos emocionales.
Varios miembros de la Iglesia del Santo Daime se prestaron a participar en un estudio sobre los efectos a largo plazo de la ayahuasca. Realizaron una serie de pruebas de memoria (Torre de Londres y Prueba de Scoop). Sorprendentemente, lograron mejores resultados –tanto en errores como en tiempos de reacción- que los no consumidores. Por tanto, “no parece que presenten efectos nocivos después de años de consumo”, concluyó Riba.
Riba y Bouso anunciaron estudios futuros con otras sustancias, como la salvia, y animaron a otros investigadores a seguir transitando por el camino abierto.
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